Escuela Sobrenatural
Me encontraba sentado sobre el sofá de la sala, esperando a que el atrasado de Frank terminara de arreglarse. Si en un principio, mis ánimos de ir se encontraban por el piso, ahora, estaban por el suelo. Lastimosamente, me era imposible declinar, ya que, el gracioso de mi amigo, me había convencido para aceptarle la invitación mucho antes de que siquiera anunciaran oficialmente la fiesta.En fin. Después de un par de minutos más, le vi salir de su habitación, viendo y arreglando, aún, su vestimenta. Dios, este chico sí que se preocupa por su aspecto. Vestía un suéter verde, una camisa blanca bajo él, un jean azul oscuro y unos converse negros. Finalmente, levantó la mirada hacia mí con una blanca sonrisa pintada en el rostro.-¿Y? ¿Qué tal estoy?-. Preguntó mientras caminaba hacía el espejo de la entrada.-Te ves bien, Frank-. Respondí, tratando de ocultar el notorio tono de cansancio en mi voz mientras le veía arreglar el cuello del suéter a su reflejo.-¡Vale! Entonces, vámonos Willy-. Asentí, guardándome el recalcar las dos horas que llevo esperando, frotando un poco mi rostro.
Me levanté del cómodo mueble en lo que mi amigo tomaba las llaves de la casa del recibidero.-Venga Willy, que vamos a llegar tarde-. -Ya voy, chaval-. Le contesté, acelerando el paso hacía la salida. -¿Desde cuándo te importa tanto llegar temprano a los eventos?-. Le dije, en cuanto llegué a quedar frente a él.-Desde que me convertí en el presentador de la primera fiesta del nuevo instituto-. Sus labios volvieron a curvarse en una gran sonrisa que terminó por contagiarme en lo que rodaba mis ojos. -Muy bien, señor presentador-. Finalmente, la puerta de entrada fue abierta, dejándonos cruzar el umbral con esta cerrándose sola a nuestras espaldas. Sin embargo, justo antes de poder dar un paso, sentí como la mano de mi amigo me impedía el paso, posándose firme y fuertemente sobre mi pecho. Algo desconcertado, volteé mi rostro hacía él.-Dame las llaves de tu auto, Willy. Hoy seré el conductor-. Dejé escapar un profundo suspiro de agotamiento de mis labios mientras revisaba mis bolsillos en búsqueda de la dichosa llave. En cuanto sentí la irregular forma metálica en mis manos, concentré todas mis intenciones en una sola mirada, dirigida única y exclusivamente, al chico frente a mí. Espero sea suficiente para dejarle en claro cómo y en qué estado esperaba ver mi coche al final de la noche. Sin prestar mucha atención a ella, las tomó, retomando su caminar hacia el estacionamiento. No tuve más opción que limitarme a seguirlo, pero sin prisa alguna. No soy el presentador, después de todo. No pasó mucho tiempo antes de encontrarnos frente a un brillante Camaro de color azul metálico en el que subimos para arrancar rumbo al instituto. -¿Nos encontraremos con los demás en la fiesta?-. Pregunté en lo que nos colocábamos los cinturones. Frank asintió una vez que volteó a verme. Segundos después, el motor del auto se dió a conocer.Durante el trayecto, mi vista no quería separarse de la ventana. La iluminada ciudad parecía ser más interesante que cualquier otra cosa a mi alrededor. De un momento a otro, comencé a sentir una extraña presión en mi pecho, una de mis manos se posó, involuntariamente, sobre él.-¿Qué tienes, tío?-. Rayos, fue demasiado notorio.-No es nada, Frank. Solo... Tengo un mal presentimiento sobre esta noche-. Decidí decir la verdad aunque no haya sido viendo su rostro. Tras de mí, pude escuchar un suave suspiro.-Está bien, Willy. Solo estaremos allí por un rato, no pasará nada-. De cierta forma, el que me recordara que no estaría solo junto a un montón de desconocidos logró apaciguar, un poco, aquella sensación, haciéndome soltar una pequeña carcajada. Si algo caracterizaba a Frank, era esa habilidad de siempre saber qué decir para levantarte el ánimo.Después de un rato más, sentí como el coche comenzaba a bajar la velocidad para terminar deteniéndose justo en la entrada del instituto. -Y... Llegamos-. Mencionó emocionado en lo que colocaba el freno y abría la puerta rápidamente. Me dispuse a tomar la manija de la mía para salir, pero el agarre a mi brazo terminó por impedirlo, haciendo que toda mi atención se dirigiera hacia él.-Willy... Solo, no te preocupes e intenta pasarla bien, ¿vale?-. Ahora, su voz sonaba más preocupada. -Claro-. Intenté sonar lo más seguro y calmado posible para convencerlo de que ya me encontraba mejor.Al final, ambos salimos del coche, escuchando el lejano bullicio de la música proveniente del gimnasio. -Parece que comenzaron sin nosotros, ¿eh?-. Dijo Frank a mi lado mientras una de sus manos se posaba sobre mi hombro. Voltee a verlo, notando la blanca sonrisa de su rostro. Tan solo verla me recuerda a la despreocupada vida que teníamos de niños, realmente no ha cambiado. Le sonreí de vuelta antes de volver la vista hacia las puertas del gimnasio, comenzando a caminar hacia ella con Frank a la par mía.
Terminamos por quedar parados frente a las puertas, el bullicio era tan fuerte que parecía que iba a tirarlas en cualquier momento. Intentamos abrirlas suavemente, pero eran más pesadas de lo que creíamos; así que las empujamos con un poco más de fuerza, haciéndolas ceder, dejándonos como primera impresión, la gran cantidad de gente reunida en el centro del lugar.Era casi imposible cruzar por allí. El volumen de la música era tan alto que podía sentir el suelo vibrando bajo mis pies junto a un fuerte tamborileo en mis oídos. Cada persona que apenas lograba escuchar, se encontraba gritando realmente fuerte. Aún así, podían pasar como susurros en este punto. Algo aturdido, comencé a ver hacia todos los rincones posibles en busca del resto de nuestros amigos, Rubius y Alex. Los visualicé sentados, bebiendo en una de las mesas más alejadas del bullicio principal. Rápidamente, tomé a Frank del brazo para arrastrarlo conmigo por entre el montón de cuerpos hacia esa mesa. Me pareció escucharle decir algo que no pude entender, así que solo continúe. Nada más llegar, atraje su atención.-¡Hombre! ¿Qué pasa, compañeros?-. Al término de mi pregunta, vi a los dos levantar el rostro de sus bebidas con una sonrisa. -¡Hombre! ¿Qué tal Willy, Frank? Creíamos que no vendrían-. Exclamó el castaño, más conocido como Rubius.-Pero, ¿qué dices? Si soy el presentador de esta fiesta-. Mencionó Frank para luego soltar una carcajada en lo que ambos chicos se apartaban para que pudiéramos sentarnos. -Y vaya presentador. Llegando tarde a la misma fiesta-. Bromeó el más bajo, conocido como Alex. Todos nos reímos por ese comentario. Pasamos un buen rato conversando y riendo de cualquier tontería que se nos ocurriera. Siempre se siente bien cuando estamos los cuatro reunidos sin tareas, trabajos, libros o cuentas por pagar. De cierta forma, es como si todo lo demás no importara o existiera. Tal y como si estuviéramos encerrados en nuestra propia burbuja. Heh, el solo pensamiento me hace levantar la mirada hacia los chicos con una sonrisa aún más grande de lo que ya era. De repente, un grito ensordecedor se escuchó por sobre la música. Todo el lugar terminó por quedar en un silencio sepulcral por un par de segundos. Cada una de las personas se veía entre ellas desconcertados, buscando el origen de aquel horrible alarido. Las coloridas luces entre la oscuridad, pararon, siendo reemplazadas por la completa iluminación del mismo gimnasio. Me limité a voltear hacia mis amigos, encontrándolos viendo directamente a mis espaldas con una expresión de completo terror en sus pálidos rostros. A pesar de no querer hacerlo, sentía que debía voltear para averiguar qué es lo que realmente está pasando. ¿Qué tenía a mis espaldas que puso a mis amigos así? Así que, lo hice. Volteé, encontrándome con la figura de una chica de vestido rosa pálido, marcado con grandes manchas de color rojo oscuro, frente a la entrada que conecta con el resto del instituto. Al subir la mirada, veo como la suya se posa, atónita, sobre sus temblorosas manos cubiertas por un líquido del mismo color, frente a su rostro.—E-ella... e-está... A-alguien... l-la...-. Susurró apenas audible con el movimiento de sus manos tornándose mucho más agresivo antes de desplomarse sobre el piso.En cuestión de segundos, toda la gente pareció recobrar el sentido, comenzando a correr desesperada, inundada en pánico, hacia las salidas; arrastrándome con ellos. Podía escuchar los gritos retumbando por las paredes, pero me era imposible ver más allá de la multitud. En poco tiempo, todos nos encontrábamos afuera. Ahora que era posible ver con claridad, pude asimilar un poco lo que había presenciado. Una combinación de pánico y ansiedad me abrumó por completo. De inmediato, comencé a buscar con la mirada a mis amigos en lo que caminaba entre la gente, intentando encontrar aunque sea algo conocido... Pero, no pude hallar nada... El miedo y la desesperación inundaron mis pensamientos.Necesitaba salir de allí, encontrarlos, esconderme...En ese momento solo una idea pasó por mi mente, motivada por la intensa necesidad de conseguir un lugar seguro. Levanté la mirada en búsqueda del pequeño bosque ubicado tras el instituto y el gimnasio, visualizándolo a lo lejos. Continúe caminando por entre la multitud hasta, finalmente, encontrarme completamente libre justo frente a un par de árboles y unos cuantos arbustos a sus lados. Mis piernas comenzaron a moverse rápidamente, llevándome corriendo hacia allí sin llegar a detenerse un segundo, adentrándome en las profundidades de aquel lugar. No supe cuánto tiempo estuve corriendo hasta que me detuve al sentir mis piernas comenzar a doler, obligándome a hacerlo. Coloqué las manos sobre mis rodillas en lo que intentaba regular mi errática y agitada respiración, sintiendo como el frío aire de la noche llenaba de a poco mis pulmones a cada jadeo que salía de mi boca. Mi cuerpo parecía recuperar sus fuerzas lentamente al tiempo en que comenzaba a relajarme. En cuanto sentí el último de mis músculos relajarse, apoyé la espalda sobre el tronco de un árbol cercano, deslizándome por él hasta quedar sentado sobre la hierba con las piernas recogidas, brazos cruzados sobre las rodillas y la cabeza sobre estos. Estando de esa forma, solo y en silencio, cerré los ojos, respirando profundo para mantenerme calmado. Dios, creía que ya había superado esto o, al menos, que sabía manejarlo. Heh... Al parecer me equivoqué...Sin embargo, toda sensación se esfumó en un parpadeo siendo reemplazada por la completa tensión de mi cuerpo al escuchar un bajo gruñido a mis espaldas.
Me levanté del cómodo mueble en lo que mi amigo tomaba las llaves de la casa del recibidero.-Venga Willy, que vamos a llegar tarde-. -Ya voy, chaval-. Le contesté, acelerando el paso hacía la salida. -¿Desde cuándo te importa tanto llegar temprano a los eventos?-. Le dije, en cuanto llegué a quedar frente a él.-Desde que me convertí en el presentador de la primera fiesta del nuevo instituto-. Sus labios volvieron a curvarse en una gran sonrisa que terminó por contagiarme en lo que rodaba mis ojos. -Muy bien, señor presentador-. Finalmente, la puerta de entrada fue abierta, dejándonos cruzar el umbral con esta cerrándose sola a nuestras espaldas. Sin embargo, justo antes de poder dar un paso, sentí como la mano de mi amigo me impedía el paso, posándose firme y fuertemente sobre mi pecho. Algo desconcertado, volteé mi rostro hacía él.-Dame las llaves de tu auto, Willy. Hoy seré el conductor-. Dejé escapar un profundo suspiro de agotamiento de mis labios mientras revisaba mis bolsillos en búsqueda de la dichosa llave. En cuanto sentí la irregular forma metálica en mis manos, concentré todas mis intenciones en una sola mirada, dirigida única y exclusivamente, al chico frente a mí. Espero sea suficiente para dejarle en claro cómo y en qué estado esperaba ver mi coche al final de la noche. Sin prestar mucha atención a ella, las tomó, retomando su caminar hacia el estacionamiento. No tuve más opción que limitarme a seguirlo, pero sin prisa alguna. No soy el presentador, después de todo. No pasó mucho tiempo antes de encontrarnos frente a un brillante Camaro de color azul metálico en el que subimos para arrancar rumbo al instituto. -¿Nos encontraremos con los demás en la fiesta?-. Pregunté en lo que nos colocábamos los cinturones. Frank asintió una vez que volteó a verme. Segundos después, el motor del auto se dió a conocer.Durante el trayecto, mi vista no quería separarse de la ventana. La iluminada ciudad parecía ser más interesante que cualquier otra cosa a mi alrededor. De un momento a otro, comencé a sentir una extraña presión en mi pecho, una de mis manos se posó, involuntariamente, sobre él.-¿Qué tienes, tío?-. Rayos, fue demasiado notorio.-No es nada, Frank. Solo... Tengo un mal presentimiento sobre esta noche-. Decidí decir la verdad aunque no haya sido viendo su rostro. Tras de mí, pude escuchar un suave suspiro.-Está bien, Willy. Solo estaremos allí por un rato, no pasará nada-. De cierta forma, el que me recordara que no estaría solo junto a un montón de desconocidos logró apaciguar, un poco, aquella sensación, haciéndome soltar una pequeña carcajada. Si algo caracterizaba a Frank, era esa habilidad de siempre saber qué decir para levantarte el ánimo.Después de un rato más, sentí como el coche comenzaba a bajar la velocidad para terminar deteniéndose justo en la entrada del instituto. -Y... Llegamos-. Mencionó emocionado en lo que colocaba el freno y abría la puerta rápidamente. Me dispuse a tomar la manija de la mía para salir, pero el agarre a mi brazo terminó por impedirlo, haciendo que toda mi atención se dirigiera hacia él.-Willy... Solo, no te preocupes e intenta pasarla bien, ¿vale?-. Ahora, su voz sonaba más preocupada. -Claro-. Intenté sonar lo más seguro y calmado posible para convencerlo de que ya me encontraba mejor.Al final, ambos salimos del coche, escuchando el lejano bullicio de la música proveniente del gimnasio. -Parece que comenzaron sin nosotros, ¿eh?-. Dijo Frank a mi lado mientras una de sus manos se posaba sobre mi hombro. Voltee a verlo, notando la blanca sonrisa de su rostro. Tan solo verla me recuerda a la despreocupada vida que teníamos de niños, realmente no ha cambiado. Le sonreí de vuelta antes de volver la vista hacia las puertas del gimnasio, comenzando a caminar hacia ella con Frank a la par mía.
Terminamos por quedar parados frente a las puertas, el bullicio era tan fuerte que parecía que iba a tirarlas en cualquier momento. Intentamos abrirlas suavemente, pero eran más pesadas de lo que creíamos; así que las empujamos con un poco más de fuerza, haciéndolas ceder, dejándonos como primera impresión, la gran cantidad de gente reunida en el centro del lugar.Era casi imposible cruzar por allí. El volumen de la música era tan alto que podía sentir el suelo vibrando bajo mis pies junto a un fuerte tamborileo en mis oídos. Cada persona que apenas lograba escuchar, se encontraba gritando realmente fuerte. Aún así, podían pasar como susurros en este punto. Algo aturdido, comencé a ver hacia todos los rincones posibles en busca del resto de nuestros amigos, Rubius y Alex. Los visualicé sentados, bebiendo en una de las mesas más alejadas del bullicio principal. Rápidamente, tomé a Frank del brazo para arrastrarlo conmigo por entre el montón de cuerpos hacia esa mesa. Me pareció escucharle decir algo que no pude entender, así que solo continúe. Nada más llegar, atraje su atención.-¡Hombre! ¿Qué pasa, compañeros?-. Al término de mi pregunta, vi a los dos levantar el rostro de sus bebidas con una sonrisa. -¡Hombre! ¿Qué tal Willy, Frank? Creíamos que no vendrían-. Exclamó el castaño, más conocido como Rubius.-Pero, ¿qué dices? Si soy el presentador de esta fiesta-. Mencionó Frank para luego soltar una carcajada en lo que ambos chicos se apartaban para que pudiéramos sentarnos. -Y vaya presentador. Llegando tarde a la misma fiesta-. Bromeó el más bajo, conocido como Alex. Todos nos reímos por ese comentario. Pasamos un buen rato conversando y riendo de cualquier tontería que se nos ocurriera. Siempre se siente bien cuando estamos los cuatro reunidos sin tareas, trabajos, libros o cuentas por pagar. De cierta forma, es como si todo lo demás no importara o existiera. Tal y como si estuviéramos encerrados en nuestra propia burbuja. Heh, el solo pensamiento me hace levantar la mirada hacia los chicos con una sonrisa aún más grande de lo que ya era. De repente, un grito ensordecedor se escuchó por sobre la música. Todo el lugar terminó por quedar en un silencio sepulcral por un par de segundos. Cada una de las personas se veía entre ellas desconcertados, buscando el origen de aquel horrible alarido. Las coloridas luces entre la oscuridad, pararon, siendo reemplazadas por la completa iluminación del mismo gimnasio. Me limité a voltear hacia mis amigos, encontrándolos viendo directamente a mis espaldas con una expresión de completo terror en sus pálidos rostros. A pesar de no querer hacerlo, sentía que debía voltear para averiguar qué es lo que realmente está pasando. ¿Qué tenía a mis espaldas que puso a mis amigos así? Así que, lo hice. Volteé, encontrándome con la figura de una chica de vestido rosa pálido, marcado con grandes manchas de color rojo oscuro, frente a la entrada que conecta con el resto del instituto. Al subir la mirada, veo como la suya se posa, atónita, sobre sus temblorosas manos cubiertas por un líquido del mismo color, frente a su rostro.—E-ella... e-está... A-alguien... l-la...-. Susurró apenas audible con el movimiento de sus manos tornándose mucho más agresivo antes de desplomarse sobre el piso.En cuestión de segundos, toda la gente pareció recobrar el sentido, comenzando a correr desesperada, inundada en pánico, hacia las salidas; arrastrándome con ellos. Podía escuchar los gritos retumbando por las paredes, pero me era imposible ver más allá de la multitud. En poco tiempo, todos nos encontrábamos afuera. Ahora que era posible ver con claridad, pude asimilar un poco lo que había presenciado. Una combinación de pánico y ansiedad me abrumó por completo. De inmediato, comencé a buscar con la mirada a mis amigos en lo que caminaba entre la gente, intentando encontrar aunque sea algo conocido... Pero, no pude hallar nada... El miedo y la desesperación inundaron mis pensamientos.Necesitaba salir de allí, encontrarlos, esconderme...En ese momento solo una idea pasó por mi mente, motivada por la intensa necesidad de conseguir un lugar seguro. Levanté la mirada en búsqueda del pequeño bosque ubicado tras el instituto y el gimnasio, visualizándolo a lo lejos. Continúe caminando por entre la multitud hasta, finalmente, encontrarme completamente libre justo frente a un par de árboles y unos cuantos arbustos a sus lados. Mis piernas comenzaron a moverse rápidamente, llevándome corriendo hacia allí sin llegar a detenerse un segundo, adentrándome en las profundidades de aquel lugar. No supe cuánto tiempo estuve corriendo hasta que me detuve al sentir mis piernas comenzar a doler, obligándome a hacerlo. Coloqué las manos sobre mis rodillas en lo que intentaba regular mi errática y agitada respiración, sintiendo como el frío aire de la noche llenaba de a poco mis pulmones a cada jadeo que salía de mi boca. Mi cuerpo parecía recuperar sus fuerzas lentamente al tiempo en que comenzaba a relajarme. En cuanto sentí el último de mis músculos relajarse, apoyé la espalda sobre el tronco de un árbol cercano, deslizándome por él hasta quedar sentado sobre la hierba con las piernas recogidas, brazos cruzados sobre las rodillas y la cabeza sobre estos. Estando de esa forma, solo y en silencio, cerré los ojos, respirando profundo para mantenerme calmado. Dios, creía que ya había superado esto o, al menos, que sabía manejarlo. Heh... Al parecer me equivoqué...Sin embargo, toda sensación se esfumó en un parpadeo siendo reemplazada por la completa tensión de mi cuerpo al escuchar un bajo gruñido a mis espaldas.
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